lunes, 27 de febrero de 2012

Detalles de la historia

El 'Mozart negro'

JACOBO VALCÁRCEL

Joseph Boulogne Saint-George, hijo de un noble y de una esclava negra, tuvo una vida apasionante. Además de alcanzar un gran éxito social, ser el primer francmasón negro y participar en la Revolución francesa, era un virtuoso del violín y director de orquesta. De hecho, se le conoce como el Mozart negro. Doscientos años después, su figura comienza a ser recuperada.

Joseph Boulogne Saint-George (¿1739? -1799) -conocido como “el caballero de Saint-George” o el “Mozart negro”- nació en Guadalupe, en las Antillas francesas, y fue el hijo natural de la relación entre el noble Georges de Bologne Saint-Georges, un rico propietario de una plantación de azúcar en la isla antillana y consejero del Parlamento de Metz (Francia), y una esclava negra llamada Nanon, de la que lo único que se conoce es que era de etnia Wolof del Senegal y muy hermosa.

El caballero de Saint-George tuvo una vida apasionante, fue un hombre de gran apostura, con gran éxito social y entre las mujeres; el primer francmasón negro y un hombre polifacético que forma parte de la historia de la música y es además considerado por muchos como el mejor esgrimista del siglo XVIII. Saint-George, de manera increíble y por méritos propios, alcanzó las más altas cimas de la sociedad del Antiguo Régimen codeándose con reyes y nobles que apreciaron sus numerosas virtudes; fue amigo del príncipe de Gales, después el rey Jorge IV de Inglaterra y profesor de música de la reina María Antonieta, así como su director de orquesta favorito.

En 1749, cuando tenía diez años, su padre le llevó a París para ser educado en una academia militar, donde se hará experto en el uso de las armas, aprenderá equitación y destacará como violinista. Un hecho reseñable de aquella etapa como estudiante fue su duelo, ante un numeroso público, con el maestro de esgrima Alexandre Picard, que se había burlado de él calificándole de “advenedizo mulato”, y al que derrotó, lo que le permitió entrar después en los “gens-d´armes” del rey, un cuerpo militar para pertenecer al cual era necesario ser noble, por lo que, desde ese momento, fue reconocido como chevalier, “el chevalier de Saint George”.

Pero, sin duda, fue el hecho de ser un virtuoso de la música –de ahí que le llamasen el “Mozart negro”- lo que le permitió unirse como “primer violín” al Concert des amateurs, una orquesta fundada en 1769 y de la que, posteriormente, Saint-George se convertirá en director y que obtendrá una magnífica reputación, y será la primera orquesta que introduzca las sinfonías de Haydn en París. En 1775 tenía tan buena fama como compositor, solista y director de orquesta, que fue considerado para el puesto de director de la Ópera Real, según la correspondencia literaria, filosófica y crítica del barón Grimm, lo que no llegó a alcanzar por presión de algunas divas que encontraban insultante estar bajo la dirección de un mulato.

Los últimos diez años de su vida están marcados por la Revolución francesa. El hecho de saber que su madre era una esclava negra y ser consciente de que su situación privilegiada se debía, en parte, a ser hijo de su padre, hace que se adhiera a la causa revolucionaria cuando se proclama la igualdad de todos los hombres en 1789, ofreciendo sus servicios como gran jinete y hombre experto en el uso de armas al ejército revolucionario.

En septiembre de 1792, la Asamblea decretó la formación de un cuerpo de hombres de raza negra conocidos con el nombre de Legion franche de cavalerie des Americans et du midi (“Legión libre de caballería de los americanos y del Midi”), que comprendía un total de 1.000 personas -800 soldados rasos y 200 a caballo- de los que se hará cargo el caballero de Saint-George como coronel; pero durante el Terror será acusado de no tener un comportamiento leal a la revolución –seguramente, la denuncia vino por la envidia que causaba su figura- y será despojado de su cargo y permanecerá en prisión 18 meses.

Después de un largo proceso, será liberado aunque no podrá reincorporarse al mando a pesar de contar con el apoyo de sus oficiales subalternos y de sus hombres. En los últimos años de su vida, en la época del Directorio, se le encomienda que dirija la orquesta del Palace Royal hasta que es destituido, viviendo en la indigencia y muriendo cuando debía tener alrededor de 60 años.

Después se instaló un largo período de silencio - “El hombre vive doce muertes. La decimotercera es el olvido” dice Daniel Picouly en “Las trece muertes del caballero” una novela reciente sobre parte de la vida de Saint George-, hasta la actualidad en la que, doscientos años después, se reivindica su figura legendaria y se escriben varias biografías sobre él y se reedita su música en la que se incluyen sinfonías, conciertos de violín, sonatas y varios cuartetos de cuerda en el estilo de Mozart y Haydn.

Y, finalmente, en Francia, el alcalde de París Bertrand Delanoe en el año 2002 rebautiza una calle con el nombre de “chevalier de Saint-George”, reflejando así la envergadura real que merecía un personaje tan extraordinario, un mulato capaz aprovechar los estrechos canales de promoción que existían en la Francia anterior a la Revolución y de triunfar en una sociedad profundamente clasista y que creía entonces firmemente en la superioridad de los hombres blancos sobre los de color.

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