Uno de los grandes misterios para la humanidad ha sido el saber si existe o no existe Dios, para ello se han discutido una cantidad descomunal de textos, documentos, libros, panfletos en torno a su discusión de su existencia… Estos van desde tratados, sumas filosófico-teológicas hasta textos científicos que refutan su existencia.
Esto es también visible con mayor incidencia en las artes, muchas de las manifestaciones de la humanidad ha sido en tratar de representar tan solo una minúscula parte del paraíso, una descripción ínfima de Dios, de los grandes artistas han tratado de hacerlo de manera desde la más discreta en respeto hasta la más sublime en representación de su grandeza…
Johann Sebastián Bach, no se queda atrás, si bien es cierto que es protestante y mucha de su música sacra era dirigido hacia el protestantismo, el catolicismo no podía desprestigiar ni mucho menos despreciar el talento, la grandeza con la que este músico alemán, compone con maestría e inteligencia, pero sobre todo esa fe, lo que diría San Anselmo en el Proslogion.
“Yo no pretendo, Señor, penetrar vuestras profundidades: están muy por encima de mi inteligencia. Pero yo quisiera comprender algo de nuestra Verdad que mi corazón cree y ama. Porque yo no trato de comprender para creer, sino que creo para comprender. Más todavía: creo que si yo no creyera primeramente, nada comprendería”.
“Señor, tú que das inteligencia a la Fe, concédeme, cuando creas conveniente, el saber que existes, como lo creemos, y que eres lo que creemos”.
Inteligencia que da a la fe, creo que con eso me quedo, pues las manifestaciones que hasta ahora he expresado son tan sólo especulaciones que algo mucho más grande, demasiado grande que nosotros podamos concebir y en eso se encuentra Dios…
En ese misterio afán los artistas, filósofos, teólogos, han tratado de hallar esa respuesta…
En este fragmento del oratorio de navidad BWV 248 de Bach, pone de manifiesto el inicio de la navidad y el nacimiento de Jesús.
Les dejo, el fragmento.
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