jueves, 11 de marzo de 2010

Después de todo, significó todo para mí…

Yo creía ciegamente que era libre, que me había sacudido de mis más profundas aflicciones, que después de haber hecho tal hazaña mi alma recuperaría el tiempo perdido, así como recuperar mis esperanzas en un futuro mejor, en el que me reconciliaría conmigo mismo y emprendería así hacia un nuevo proceder….

Nada lejos de la realidad.

Lo descubrí porque de lo más profundo de mi conciencia retumbo una voz, que me sorprendió de tal manera. Y lo escuche por una risa tan burlona y sarcástica que me espanté, cuando traté de visualizarlo, cerré mis ojos y exclamé

-…. ¿Qué? ¿Tú?, pero si yo te saqué de mi vida, ¿Por qué has vuelto? Debes ser producto infame de mi conciencia, entonces ¿Por qué vienes todavía a acosarme?

Este ente me dijo.

-¡Ah! Bien que te acuerdas de mí ingrato, ¿Creíste que te podías librar de mí? ¿Creíste que solo unas palabritas pseudofilosóficas, podrías ser libre? Se requiere conciencia y práctica en tus actos, cuánta lástima me das…

-Yo te juro que te saqué de mi vida, eso que tuve fue un hallazgo para mí

-Idiota, sólo te resististe a negarme y a ocultarme temporalmente, tarde o temprano tenía que salir, tu mente errada que aún se niega de que desaparezca, eres tan vulnerable…

-Pero, ¡tú eres el espíritu de la pesadez!

-No, amigo mío, yo no soy el espíritu de la pesadez, yo sólo era el recuerdo que se negaba a reconocer y a enmendar como producto de tus errores, si realmente hubieras arreglado tu vida, jamás me hubieras vuelto a aparecer en tu vida, sin embargo, aunque no me tengas en cuerpo, persisto en tu alma, en tu corazón y mente enfermos…

-Pero, si tú no eres el espíritu de la pesadez, ¿Dónde está el verdadero espíritu de la pesadez, quién es?

-¿De verdad quieres saber?

-¿Sí?

Cuando se transformó, mi sorpresa fue tal que no daba cabida a mis sentidos, el hizo lo que ninguno hizo, su imagen fue tan impactante y arrolladora que me partió el alma, rompí en llanto, en un llanto que nunca antes había hecho, a llorar como jamás había llorado, le rogaba y le suplicaba que se detuviera, que no era posible que él fuera mi verdadero enemigo, que estaba enfermo, no solo de la conciencia, sino también de mi corazón.

Este solo me dijo.

-¿Ya ves? Como cambian las cosas, ahora ya sabes quién es tu verdadero enemigo…

El… se había transformado a modo de espejo maldito… en mí mismo.

Así es, yo era enemigo de mi mismo y aún más con lágrimas que me escurrían a lo largo de todo mi rostro le exclamé suplicante…

-¿Quién eres? ¿Por qué me acosas? ¿Por qué no eres benevolente conmigo?

Me dijo.

-¿No me recuerdas? Por mí, tú has pensado, te decidiste el afrontarte tu como persona, decidiste cambiar, porque te estabas dando en la madre tu solo ¿acaso eras tan ciego que no te habías dado cuenta?

-Soy lo que más amas Juan Carlos…

Mi llanto se volvió tristeza y todo aquello que creí olvidado, se dibujo, fresco e inmutable en mi corazón, entonces comprendí el enorme conflicto que había en mi mismo, y el daño importante que le hice a las personas que más amo, entonces vio mi expresión como queriendo decir algo, pero el nudo en mi garganta imposibilitaba esa acción, y solo me quedó por llorar.

-Lamento que tengas esto, pero creo que si quieres hablar para pedirme perdón, para empezar deberías pedirte perdón a ti mismo.

Seguía llorando y después le dije…

-La verdad no sé si seas su espíritu recordándome esto o seas producto de mi desvariada mente haciéndote pasar por aquello que más amo para decirme esto, pero si en verdad eres su imagen de ella, como un ángel enviado por Dios a manera de corregir mi camino… quiero que sepas lo siguiente.

-Extraño tu alma, tu cuerpo, todo aquello que lo constituye, te amo con todas mis fuerzas, que he estado dispuesto a renunciar todo por todo por buscarte, que me duele tanto el verte y no tenerte, extraño tus besos, tus abrazos, tu voz, en verdad te lastimé muchísimo, pensaba que eras una más y sin embargo tú has sido fundamental en mi vida, eres punto de referencia en mis reflexiones y has sido indudablemente tú la que me ha hecho ver que necesito ayuda, que te hice muchísimo daño, reconozco que me duele tanto y durante todo este tiempo estuve rehuyendo y el no aceptar que me dolía tu pérdida, que te amo tanto, reconozco que yo terminé contigo, y en verdad me resistía bastantes veces el no aceptar que aun te amo, que siempre antepuse mi orgullo, mi mentira constante hacia mí, haciéndome creer, que sería fácil, cuando en realidad lo estaba postergando y acumulando de tal manera que cuando saliera a flote me afectaría profundamente…

-¡Detente! (Me dice) ¿Nunca has pensado que tu orgullo y tu honor es, en realidad miedo porque sabiendo que me amas, nunca te atreviste a arriesgarte? Si es así, entonces puedo asegurar que nunca me amaste.

-La verdad, era miedo, miedo de tomar decisiones, miedo de afrontarte, porque cuando te terminé, fui un canalla el no decírtelo cara a cara, aunque mis palabras escupieran veneno, mis ojos sin lugar a dudas te reflejarían lo mucho que te amo.

-¿Por qué no me buscaste?

-Precisamente por eso, por miedo, además, tu respuesta fue más que clara, no querías saber nada de mí y la sacudida que recibí me hizo ver claramente que ya no te importaba, que te habías ido de mi vida…

-Tú dices que terminaste conmigo, lo cual es cierto, pero ¿Por qué terminaste conmigo?

-Porque nunca estuviste ahí para mí.

-¿Nunca te preguntaste por qué no estuve ahí? ¿Por qué nunca me manifestaste lo que te pasaba?

-¡Basta! En verdad ya basta, sabía de antemano que mi proceder o lo que hice pudiera ser incorrecto, si me hubiera ha detenido a escucharte tus razones, y de saber que si estuviera equivocado, no lo hubiera soportado, de saber que estaba errado, quedaría como un estúpido, no quería verme mal y reconocer que me había equivocado y fue por orgullo que te negara rotundamente, aún a sabiendas de que querías hablar conmigo…

-¿Te das cuenta la magnitud de tus errores? ¿Comprendes ahora por que quiero que primero te encargues de pedirte perdón tu primero?

-Lo sé, y en verdad quisiera hacer que regresaras, pedirte perdón, por que en verdad eres tan valioso en mi historia, eres la primera persona que sin importar como fueras, te acepté y todo aquello que te hace única, en verdad te amo, quisiera hacer todo para empezar desde el principio, te amo tanto...

-¿Por qué no intentarlo…?

-Tú ya no querías saber nada de mí, y eso es lo que me duele más, el aceptar que te fuiste, que jamás volverás, no quiero afectar tu integridad y el reconocer que te perdí por mis errores me hace un estúpido, un imbécil…

-No Juan Carlos, tu no fuiste, tampoco eres ni eso ni lo otro, tampoco fuiste un error, ni para mí, ni para nadie, solo es experiencia y depende de la manera en como lo veas te hace ser tal u otra cosa, además si hiciste eso, tampoco te hace ser, pues el acto transforma al ser, más no lo determina, en verdad tienes la facultad y la oportunidad…

-Pero yo te necesito ¡¡¡Te amo!!! Y no quiero que te vayas de mi vida

-Pero si tu decisión ya está hecha, reconoce si es que tú has elegido, la “pérdida” como tú le llamas, esta parte de tu camino debes de hacerla solo, aprendiendo de tus errores, perdónate e indaga sobre tu pasado, tu historia y tu vida…

-Perdóname que te haya hecho tanto daño, te amo y en verdad eres parte importante de mi vida, si te digo esto es por que jamás desaparecerás de mi memoria, que siempre serás importante para mí, que serás siempre de referencia de cariño, aceptación, comprensión, lindura, y que en verdad te agradezco que hayas entrado en mi vida, que la hayas iluminado con tu compañía, palabras, dulzura, en verdad gracias, por que en breves instantes me has hecho ver que el cielo existe, cuántas veces experimenté y disfruté del paraíso, paraíso que solamente tú me has podido dar, gracias por tu dulce persona, te deseo que seas feliz, reconozco que me duele tanto, pero sé que nunca te voy a olvidar, que será doloroso el enfrentar esta verdad y que aunque no estés aquí, siempre serás lo mejor para mí.

-Recuerda, que tú eres juez y creador de todo lo que hagas, y en verdad cumplas con tu palabra.

-En verdad, lamento mucho el hacerte daño, pero espero una vez victorioso de mi lucha, poder amar de manera diferente como jamás ame, de aceptar como jamás acepté, jamás te olvidaré, y acepto de entrada que no volveré a encontrar a nadie como tú.

Dicho esto, se esfumó, desapareció sin mediar respuesta alguna…

¿Será esto lo que llaman realidad?

No lo sé, pero creo que es mucho más claro hacia donde debo empezar, y ahora sí en el sendero de mi vida, se abre un lugar lúgubre, oscuro, temible, pero tengo que afrontarlo.
Me viene un pensamiento de Aristóteles y su visión muy particular de la justicia, “darle a cada quien lo que le corresponde” y en realidad constituye eso, cosa que me digo contantemente… ocupaos cada quien a vuestros asuntos, viene un poema de Neruda a mi cabeza, el poema veinte, del cual me despido, no sin antes, darles las gracias por todo lo que me ha pasado y que en verdad no cambiaría por nada… pero de problemas existenciales propios se trata, al menos, para mi comienza mi verdadera batalla, mi batalla, mi lucha…


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

1 comentario: