miércoles, 6 de abril de 2011

De la soledad y la aceptación de los otros.

De la soledad y la aceptación de los otros.

“Tú recuerdo permanece aún, tú sonrisa, tú pasado, tú persona, tú… tú a mi lado… pero eso solo eso: un recuerdo… una imagen positiva de ti… En definitiva nadie muere ni se ha muerto de amor”

Juan Carlos Bragado Castillo

-"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo."

F. Nietzsche

Me negaba rotundamente a despertar, estaba tan cansado de haber vivido un infierno en el que el dolor, la ansiedad, la depresión, la tristeza, las falsas esperanzas y las vanas ilusiones se apoderaran de mí. Donde se puso de manifiesto que nunca es para siempre.

El permanecer dormido me hacia olvidar aquellos males, esos dolores, por eso me negaba a despertar… pero era inevitable despertar.

Al abrir mis ojos me encontraba recostado, confuso, extraviado… pero vivo. Era un sol brillante que empezaba a alumbrar la mañana, veía mi camino, seguía igual, ancho, largo y extenso. Aquel camino que había hecho y que me faltaba recorrer era mi historia.

Mi razón permanecía dormida, pero ya estaba conmigo, había regresado a mí, eso me sentía mejor, pues ya no sería presa fácil de las pasiones

-Al parecer, ha sido una noche muy larga, un letargo tan profundo, un sueño y una pesadilla, pero aquí estoy.

Al decirme esto, procedí a caminar, mientras hacía esto, descubrí que mi camino iba cambiando, eso me sorprendió, me sorprendió tanto que no lograba explica lo que sucedía, mi camino se estaba vinculando con la naturaleza terrenal, es decir, dejaba de ser desde que inicié esta travesía en una meditación y especulación psicológica y de filosofía antropológica, adentrándome en este nuevo tramo se encontraba un joven, un joven que al parecer me estaba esperando y al verme me alzó los brazos diciéndome.

-¡Bienvenido! Te has integrado al mundo

Al decirme esto me extrañé más y le pregunté:

-¿A qué te refieres con “haberme integrado al mundo”?

-Sí hombre, es decir, que has dejado tus meditaciones personalistas y has reconocido tu lugar en el mundo.

-¿Cómo lo sabes? ¿Qué te hace pensar que aún estoy perdido, extraviado, ausente…?

-No es así, has recuperado tu razón y eso es lo más importante.

-¿Porqué lo sabes?

-En tus ojos se ve la tristeza y el abatimiento, del que al parecer has sido víctima de las pasiones, has hecho mucho por ellas e incluso pereciste por ellas, si te has dado cuenta te encuentras solo, pero hay más, si analizas bien tu tristeza se ve reflejada claramente, luchaste en virtud de tus pasiones, pero jamás por ti.

-Eso es imposible, lo hice por mí. Si bien es cierto que fueron mis pasiones, esas pasiones me pertenecen a mí, por lo tanto, debido a que son mías, fue algo que hice por mí, te lo puedo demostrar, muchas de las “reflexiones personalistas” como tú las llamas fue orientado particularmente para mejorar, pues ella fue ese primer gran motor, eso que me hizo cambiar…

De modo burlón y sarcástico me responde:

-Escúchate Juan Carlos, en primer lugar señalas que lo hiciste por ti, que tus pasiones son tuyas, por lo tanto tú y tus pasiones son lo mismo, pero déjame decirte que no son iguales, al referirme por ti, me refiero de manera íntegra a tu persona y no de manera hedonista o que solamente pretendías huir del dolor, ahora, dices que ella “fue ese primer gran motor”, entonces de nueva cuenta regresamos al punto de partida, es una contradicción, por lo tanto, estas confundido, consiste en que tomes decisiones.

-¿Qué pretendes llegar con tu reflexión?

-Bastante sencillo: Esperaste un estímulo para reaccionar conductual y psicológicamente, que hacer algo por ti, conductual y psicológicamente para producir un estímulo fuera, es decir, fuiste de afuera hacia adentro en vez de ir de adentro hacia afuera.

Al verme desnudo frente a ese razonamiento, no me quedó más que reconocerlo y le pregunté.

-¿Cómo sabes eso, porque estás aquí y qué relación hay con que mi camino cambie drásticamente?

-Justas preguntas, justas respuestas:

-Para empezar no tengo a nadie con quien conversar, me encuentro solo y me pareció una buena idea el quedarme aquí esperando encontrar a alguien que me haga compañía, quizás te suene tonto, pasivo y quizás lo sea. Pero no he encontrado a esa persona, todas las que he conocido se quedan sujetos a su propia historia, otros simplemente, vagan perdidos deseando encontrarse en el mundo, otros son esclavos de sus pasiones, pierden la razón y con ello es suficiente para perder muchas cosas… yo fui alguien como tú, pero tuve la voluntad y la firme convicción de pode los pies en la tierra y al parecer soy el único, hay muchos que quieren dar, pero que no lo tienen y no lo saben, otros creen darlo, pero solo esperan recibir y ahora: Tú drástica situación es que estas recobrando esa ubicuidad, pero aún sigues confundido, por eso te extraña.

Al decirme esto, veía con más amplitud todo el esquema y me di cuenta de mi enajenación concentrada solamente en esa persona y al darles validez y peso, un peso que ni yo podía soportar… Él prosiguió.

-Tú te encuentras como yo, solo, solo que difieren las situaciones, y en efecto, debo de reconocer mi situación estaba guiada por las pasiones, pero en lo que nos asemeja es que ambos necesitamos de otros… ¿Ya ves Juan? Por eso mismo ves todo esto, ya eres consciente y has hecho un gran trabajo, ahora falta que tú traces tú camino, que hagas por y para ti.

-Tienes razón, pero aún sigo triste y adolorido…

-Te comprendo, pero si sabes que el amor es libertad, hiciste bien en dejarla elegir…

-Ahora comprendo cuando te refieres a que solamente eran pasiones. ¡¡Ya que las personas que juran y perjuran su fidelidad y promesas a límites inalcanzables son tan insulsos, pérfidos y vulnerablemente susceptible, todo ello no es más que un capricho, y un berrinche sin responsabilidad ni compromiso!!

-En la última parte coincido contigo, pero considero que no hay que ser rencorosos, si es libertad, si es compromiso, pero es ignorancia, defiende los recuerdos positivos, si es que los hubo y encárgate de ti, de eso, solo es ignorancia de ellos y no encontrarán su lugar en el mundo, de esos he visto y he conocido miles, recuerda que tú también elegiste.

-Pero hay algo que no entiendo aún ¿Qué relación guarda esto? Si, en un principio señalaste que durante este tiempo estuve en una “reflexión personalista”, si reconozco el mundo exterior de mí ¿No correría el riesgo de perderme, de enajenarme en el exterior?

-No pretendía llegar hasta ese punto y me alegra que me lo menciones, puede ser, una fuga para escaparnos de nosotros es cuando nos exteriorizamos, es ubicarse de tan manera que se vuelve extrema y su ven afuera, pero no ven adentro…

-Pero ¿Qué relación tiene que ver eso conmigo?

-Esa respuesta la tienes que dar, lo que te puedo decir es que te fuiste al otro extremo de la reflexión, tú te orientaste tanto a ti a partir de ese estímulo externo, paradójicamente te olvidaste de ti, integrándote con lo que te rodea.

Seguía sorprendiéndome por la manera que había obrado y hacia una sola persona, aún así me sentí muy mal, pero considerablemente mejor frente a esa noche triste en la que me hundí con mi dolor, le contesté:

-Creo que tendré que reflexionar profundamente en esa respuesta, ¿te confieso algo? A comparación de mí situación anterior he de reconocer que me siento mucho mejor, en verdad te lo agradezco mucho, te agradezco inmensamente.

-No te preocupes, has reconocido tú necesidad y alejarme de la soledad, de tú soledad, no hay nada que agradecer, por el contrario si así fuera, yo también te agradecería porque me has hecho útil y sé que mis palabras contigo tienen efecto, para potencializar ese efecto, debes de asumirlo, no de preocuparte, de ocuparte.

Ambos reímos y nos estrechamos la mano.

Yo continué.

-Al parecer necesitamos de otros, si bien es cierto que esta travesía la realicé, fue a partir del otro, al conversar contigo, es compartir del otro.

-¡Exacto! Cuando decimos o aceptamos que estamos solos es debido a que nos hace falta el otro, Dios, por ejemplo, no tiene ese problema, pues se basta a sí mismo, pero nosotros no, la soledad es la consecuencia natural de que nos hace falta el otro, pero mucho allá de los otros, la relación con la naturaleza y con el mundo, esa realidad totalizadora a la que me llamamos vida.

-Ahora si ya entiendo el porqué de tu respuesta y el porqué el cambio drástico de esta escena.

-Solo falta que te integre a él, sin olvidarte de ti, pues eres eje rector de tu propia existencia.

-Sólo la vida misma y el tiempo son los únicos que valen para este cambio en el mundo.

-¡Muy bien! Solo te falta verlo en el obrar…

Al aceptar al otro, a mí y mi ser en el mundo, descubrí que muchas de las metáforas (La sacudida impredecible) fueron metáforas naturales interpretando mi ser, la situación de mi ser.

Así como mi historia, mi camino y mi vida se enriquecían exponencialmente, despertando nuevas alegrías, le pregunté:

-¿Cómo te llamas? ¿A dónde vas?

Él me responde.

-Bien ¿Acaso ya te vas? ¿No crees que te haría falta alguien?

-No, ya me tengo a mí.

-Muy bien, entonces ¿Te puedo acompañar?

-Claro, bienvenido seas.

-Gracias, a decir verdad ya estoy cansado de esperar y me he hecho la idea de que no encontraré lo que yo quisiera, pero lo verdaderamente humano es que a pesar de que tú eres diferente de mí, me caes muy bien, además debo de aceptar que he aprendido mucho de ti, eso me abre la posibilidad de comprender a los que se cruzaron en mi camino con anterioridad, además me es grato aprender de manera conjunta, como espero que pueda aprender de ti, espero tú también aprendas de mí.

-Por supuesto, me serás de gran ayuda… por cierto ¿Cómo te llamas?

-Quizás mi nombre no tenga importancia, pero puedes llamarme “amigo”…

Una nueva sonrisa se perfiló en mi rostro, no estaría solo, pero sobre todo comprender la complejidad y la alteridad de los otros.

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